Como es lógico, cada uno de los métodos tiene sus ventajas y sus inconvenientes, así que vamos a ver cada uno de los tipos con sus definiciones, sus pros y sus contras. Escritor Brújula
Escritor Mapa
Es importante tener en cuenta que los dos métodos descritos anteriormente son una idealización, en el sentido de que es muy difícil (por no decir imposible) ser puramente uno de estos métodos. De hecho, la mayoría somos una mezcla de ambos, que es lo que se ha empezado a llamar escritor catalejo; hay otros términos, pero este es el que a mí más me gusta porque se adapta muy bien a las metáforas.
El escritor mapa tiene la totalidad del camino que va a seguir la historia plasmado en el mapa; conoce todos los valles, montañas y ríos antes de ponerse a escribir. En cambio, el escritor que solo se guía con una brújula solo puede ver lo que tiene inmediatamente delante, sin conocer qué le deparará el camino más adelante. En este sentido, el catalejo es un punto intermedio: no te permite ver la totalidad del camino, pero sí puedes ver lo que tienes a cierta distancia. En realidad, un factor determinante es la complejidad de la historia que quieras escribir: una trama muy compleja requerirá, posiblemente, que en algún momento te sientes a pensar cómo quieres organizarla. ¿Puedes escribirla en modo brújula? Por supuesto, pero ten en cuenta que lo más seguro es que tengas que hacer bastantes reescrituras para mejorar la estructura. También puedes escribir una historia muy simple siendo un mapa puro, aunque en estos casos puede ser más ideal hacerlo en modo brújula. Lo cierto es que alguien que sea muy brújula o muy mapa es difícil que cambie su método, independientemente de la historia. No obstante, un escritor catalejo puede mezclar más o menos los métodos, eligiendo en cada momento lo que más le convenga de cada uno. Recuerda: las cosas, en general, nunca son ni blancas ni negras; casi siempre jugamos con una escala de grises. LINK AL VÍDEO DE YOUTUBE: https://youtu.be/XWy5R0jxGp0
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13/10/2021 0 Comentarios Combatir al impostor
Además, el impostor afecta a 7 de cada 10 personas, y no afecta solo a las disciplinas creativas, sino también a los estudios o al trabajo, por lo que puede afectar seriamente a nuestra autoestima y a nuestra salud mental. Las personas que se enfrentan a él suelen ser muy exigentes consigo mismas y tienen unas expectativas prácticamente inalcanzables, lo que suele llevar a una sensación de continua frustración por no lograr hacer todo lo que se proponen.
En este punto, me gustaría aclarar una cosa: cierto nivel de exigencia no es malo; todo lo contrario, es el motor que hace que nos esforcemos. El problema viene cuando el impostor empieza a decirnos que podríamos hacerlo mejor, o que no lo hemos hecho todo lo bien que podríamos (hayamos o no hayamos logrado el objetivo). Estos pensamientos intrusivos hacen que nos frustremos o nos decepcionemos, y que para la próxima vez nos exijamos más que la anterior. No obstante, una vez terminado el objetivo, independientemente del resultado, el impostor vuelve a decir lo mismo, porque nunca está satisfecho. Por este motivo, creo que es importante que te preguntes lo siguiente: ¿eres exigente contigo mismo en la justa medida, o el impostor te está haciendo ser sobreexigente todo el tiempo? Estoy convencida de que encontrarás que la segunda opción es la que más se adapta y, de hecho, existen varias categorías de impostores, que son las siguientes: ✦ Los perfeccionistas: el éxito nunca es suficiente, porque siempre piensan que podrían haberlo hecho mejor. ✦ Los individualistas: sienten que si piden ayuda no demuestran su valía, por lo que la rechazan en todas las circunstancias. ✦ Los expertos: suelen pensar que la selección no ha sido honesta o justa, y que ellos no deberían haber sido elegidos. ✦ Los genios naturales: se juzgan a sí mismos, se estresan y se agobian si no hacen las cosas con fluidez, rapidez y a la primera. ✦ Los superhumanos: se presionan para trabajar más duro y dar la talla, pudiendo dañar su salud mental y física, así como las relaciones sociales. Combatir al impostor Lo primero que quiero dejar claro es que librarse del impostor no se hace de la noche a la mañana; es un proceso que lleva tiempo y trabajo (en uno mismo, sobre la autoestima, nuestras limitaciones y nuestras capacidades). A mí, de hecho, me llevó varios años lograr que la molesta vocecilla que me repetía día tras día que no valía, que no era suficiente, me dejase en paz de una vez por todas. Sin embargo, es precisamente por este motivo por lo que te estoy escribiendo este texto: para darte las pautas que a mí me funcionaron. No me malinterpretes: cada persona es un mundo y, por ese motivo, cada uno debe buscar sus propios métodos que le vayan bien, por lo que todo lo que voy a comentar a partir de ahora es desde mi propia experiencia. Lo primero que quiero decir es que, cuando pregunté en RRSS qué hacía la gente para librarse del impostor, la gran mayoría me respondieron que recurrían a otra persona para que les recordara que lo que esa molesta vocecilla les dice no es cierto. Vamos a ser claros: está genial tener a gente a tu alrededor que te quiera y que crea en ti, pero esa no es la solución para combatir al impostor. ¿Por qué? Porque es algo que está dentro de nosotros mismos y, por lo tanto, la solución debe provenir del mismo lugar, no de un agente externo. Además, podría darse el caso de que, en un momento de la vida, no tengas a ninguna persona con esas características que necesitas, y entonces ¿qué? ¿Dejarás que el impostor te pisotee y te diga que no vales? Creo que la respuesta es «no», por lo que los consejos que voy a darte a continuación están pensados para que dependan, única y exclusivamente, de ti. Eso sí, antes de comenzar, creo que es necesario tener presente que todos los logros dependen un poquito de lo que la gente suele llamar «suerte», aunque yo prefiero llamar «circunstancias». No es el factor determinante, ya que cuentan más la motivación y el trabajo, pero pienso que es importante mantener esta realidad presente. Consejos para combatir al impostor 1. Conócete a ti mismo. Cuando nos proponemos un reto, tenemos que ser conscientes de cuáles son nuestras habilidades y conocimientos respecto a la actividad que queremos realizar. No es lo mismo que sea algo que se nos da bien de manera natural, que algo en lo que no somos tan buenos, y también influye la práctica que tengamos en ese ámbito. Por eso, es necesario que te analices a ti mismo y tengas siempre en mente cuáles van a ser tus limitaciones para irlas superando poco a poco y no frustrarte si no lo consigues a la primera. 2. Ponte expectativas razonables. Esto es algo que también depende del entorno. Te pondré un ejemplo: imagínate que eres un escritor novel que quiere publicar su primera novela. ¿Es posible que la mandes a planeta y te la cojan? Sí, lo es, pero ¿cuáles son las probabilidades de que eso llegue a ocurrir? Mínimas. Entonces, no sirve de nada que te propongas en serio publicar con Planeta, no es una expectativa realista. ¡Ojo! No estoy diciendo que no les mandes el manuscrito para probar suerte, pero siendo realista siempre de las posibilidades que hay respecto a las diferentes opciones que manejas. 3. Cree en ti mismo y en lo que haces. Esto tiene mucho que ver con la autoestima, que es algo muy complicado de trabajar, pero también es necesario cuidarla y alimentarla. Y en el mundo de la escritura, si tú no crees en el valor de tu propia obra, ¿por qué debería hacerlo una editorial o un lector? La confianza empieza en ti. 4. No esperes que un primer borrador sea bueno. Esto suena muy duro, pero es la verdad. Un primer borrador de un manuscrito no va a ser bueno y, mucho menos, perfecto, porque solo eres tú contándote la historia a ti mismo. Veo en RRSS a menudo gente que deja novelas e ideas en el cajón solo porque el primer borrador tiene muchos fallos. Es que se supone que debe tenerlos. Durante el primer borrador, tienes que tener puestas las gafas de escritor. Las de editor ya te las pondrás cuando empieces con las revisiones para pulir esos errores y sacarle el máximo partido a la historia. 5. No te compares con los demás. Suena muy tópico, pero es verdad: tú única competencia tienes que ser tú, porque siempre va a haber alguien que sea (o que consideres) mejor. Alguien que escribe más rápido, que tiene ideas más originales, que publica con más frecuencia que tú. El caso es que no sabemos cuáles son las circunstancias concretas de esas personas, e idealizarnos y tratar de ser como ellos solo conseguirá que te frustres, porque no lo vas a conseguir. Porque tú eres tú, y esa es la mejor persona que puedes ser. Ni Fulanito, ni Menganito. TÚ. Y hasta aquí llega el post sobre el maldito síndrome del impostor. Si has llegado hasta aquí, espero de corazón que te haya resultado útil y que, a partir de ahora, puedas tener algunas herramientas que hagan que esa irritante vocecilla no te moleste tanto. Sobre todo, recuerda: el impostor siempre se equivoca. Link al vídeo de Youtube: ¡Combatir al Impostor! 5 consejos para librarnos de él - YouTube |
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